Era una de esos días donde me despierto con muchos deseos de pintar sin tener ninguna imagen en mi cabeza de lo que quiero plasmar en el lienzo. 

Antes del concepto y el pensamiento de cómo realizar un cuadro, me debo enfrentar a un lienzo en blanco al igual que mi mente y creatividad, sin tener una idea definida de lo que quiero expresar, empieza poco a poco a formarse en mi cabeza un cúmulo de ideas ante ese lienzo desafiante de base blanca, plana y muda en la que solo hay luz y nada más. 

En mi mente solo retumban interrogantes continuamente ¿Qué es lo que quiero expresar? Y no lo veo… ¿Qué es lo que quiero sentir? Y tampoco lo siento… Llega en ese pensamiento confuso e indefinido el gran interrogante… 

¿Qué pinto? ¿Qué es lo que quiero hacer que no me llega? De repente mi mente se queda en silencio por un momento.

Algo mágicamente sucede dentro de mí después de tanta turbulencia en mis pensamientos, de pronto llega a mi mente esa chispa divina sin explicación alguna como cuando sucede un milagro que uno piensa ¿De dónde viene?, ¿Qué sucede?

Es en ese preciso momento es cuando ya sé que ¡Es hora de comenzar a pintar!

Me dirijo al taller donde después de haber llegado a mi mente la magia comienza a suceder, mi inspiración esta al 100% y voy a expresar lo que me apasiona. Empiezo a preparar mis utensilios de trabajo y me doy a la partida de sacar los colores primarios, azules, rojos, amarillos de diferentes tonos, enseguida preparo los secundarios y quebrados, que es el proceso para iniciar mi obra teniendo mi paleta de colores completa. Mi mente, cuerpo y manos están ansiosos de transferir todos mis sentimientos, creatividad e inspiración en ese lienzo vacío y frio que me desafió al principio.

Me voy con mi mente abierta inspirándome en el fondo del mar profundó, a vivir y aventurar un buen rato con mi imaginación. Empiezo a jugar con los pinceles y los colores, a expresar esa belleza que encuentro allí, recreándome con ese inimaginable gama de colores azules, amarillos, rojos y verdes, viendo esos bellos peces y muchas especies de aquellos animales fríos y salvajes que se encuentran escondidos entre las ramas, esa vegetación esplendorosa que se mezcla con las algas de bellos colores y todos danzan en círculos muy armoniosamente, forman esas burbujas que son su oxígeno, su vida y que fluyen con ese movimiento en una forma caprichosa como es la naturaleza.

Todo esto es lo que sentí cuando empece a pintar esta obra que es una de mis preferidas, mis manos se deslizaban libremente en ese lienzo, dando grandes trazos espontáneos y sueltos produciendo unas brumas y veladuras en planos superpuestos de colores que se emergen espontáneamente en la oscuridad y chocan con la luz en ciertas aéreas donde se ejecuta el balance, la composición y la armonía, donde trato de explorar un universo muy distinto, donde no es fácil imaginar lo visible con la sensibilidad y la fantasía en mi cerebro que me evocan a una realidad.

Por eso la titulo ‘FANTASÍA MARINA’. Esta obra condujo a la realización de una serie de siete obras más.

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